sábado, 16 de enero de 2010

La ventana


«¡Demonios!, lo que se oye no son sino los lejanos ladridos de siempre, que entran por la ventana», se lamentó sobre su lecho, completamente desvelado. Y asimismo se reprendió, pues, por más que estuviera en la casa solo, había vuelto a confundir aquel sonido —tan semejantes se le antojaban ambos timbres y cadencias— con unos jadeos humanos.

Absorto en estos pensamientos, percibió entre la profunda negrura de la habitación dos destellos idénticos que al poco desaparecieron. Pasaron varios minutos, y, viendo que todo seguía en tinieblas y que sólo oía ya, intensos, sus propios latidos, contuvo la respiración y encendió una lámpara próxima: aliviado, pudo advertir que en la pared de enfrente, donde pendían varias insignias, había dos juntas, muy parecidas. «Habrán reflejado alguna luz proveniente de fuera», concluyó.

Comoquiera que la tensión le había despertado el apetito, decidió levantarse de la cama para saciarlo. Abandonó pues la estancia, dejando atrás la ventana. Ignorante de que estaba cerrada.

(Primero de los dos microrrelatos con que he participado en el I Certamen del Microrrelato de Terror ArtGerust: Homenaje a Edgar Allan Poe.)

2 comentarios:

  1. Patricia Ferreyra17 de enero de 2010, 3:12

    Guau. Qué... ¿acaso nunca te pasó?
    No sé si es mejor que "Insaciable", o estoy entendiendo mal.

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  2. Si se le quiere ver un fallo, más que un relato completo es la descripción de una escena, un fragmento de relato. Pero, al mismo tiempo, deja mucho a la imaginación; el nudo y el desenlace, realmente, los pone el lector.

    Sí, alguna vez me ha pasado lo de oír ruidos e identificarlos con lo que no eran. Está basado en hechos posiblemente reales, lo que acaso dé más «yuyu».

    Si por entenderlo mal lo consideras mejor, te doy permiso para entenderlo mal. ¿A quién no le gustan los halagos? Pues a mí sí.

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