lunes, 11 de enero de 2010

Indignación de corrector


Para los insignes miembros de la RAE, 80 cumpleaños puede equivaler, «en la lengua corriente», a 80.º cumpleaños; esto es, tanto da decir —si uno es o quiere hacerse pasar por alguien de andar por casa— ochenta cumpleaños que octogésimo cumpleaños (Diccionario panhispánico de dudas [DPD], «Cardinales», § 8). En resumidas cuentas, diciendo o escribiendo esto último uno se arriesga a que lo tachen de altivo pedante asqueroso. Y a mí que se me antoja que ésta es la ene (escrita enésima en lengua corriente) aldaba que se tragan los académicos, fíjate.

Pues bien, en la «Nota al texto» de la edición conmemorativa de Cien años de soledad, apadrinada y se supone bien «apañada» por sus majestades los académicos, quienquiera que sea su autor (pues en ningún lugar figura su nombre) debe de considerar que resultaría de la más altiva pedantería emplear el sintagma octogésimo cumpleaños, y ha preferido recurrir al de ochenta cumpleaños. Un error menor (error, porque, si ellos no emplean la lengua de la forma más correcta posible, ¿quién lo hará?), pues en las escasas páginas del afamado libro que llevo leídas ya he encontrado unos cuantos más que ponen de manifiesto asombrosas contradicciones de los académicos con algunas de las normas establecidas en su Diccionario panhispánico de dudas. Permiten, por ejemplo, leísmos que en el DPD tibiamente desaconsejan (les para el masculino plural de persona), y alguno incluso de los que censuran (uso de le o les cuando van referidos a animales o cosas); no hallan problema, al parecer, en que se escriba —como regla, por cierto, más que como excepción— «coma delante de la conjunción que cuando ésta tiene sentido consecutivo y va precedida, inmediatamente o no, de tan(to) o tal» (DPD, «Coma», § 3.2), o en que figure asimismo separando muy a menudo el sujeto del verbo, por más que en ambos casos la proscriban tajantemente; consienten que quede escrito hacia adelante, sintagma que en el DPD se dice es preferible sustituir por hacia delante... En resumidas cuentas, parece que quien ha escrito dicha «Nota al texto» se hubiera encargado asimismo de confeccionar el Diccionario de la lengua española, porque muchas de estas contravenciones se dan también en dicho libro.

Transigen también en una mala utilización de la coma en otros muchos casos —plagado está el libro de ellos—, como por ejemplo ocurre en la siguiente frase: «Quería decir que cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia, empezaba a borrarse de su memoria [...]». Ahí, que enlazaría en realidad con empezaba, pues dicho que introduce una frase que comienza por una subordinada (cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia, cuya principal es empezaba a borrarse de su memoria), cuando lo natural es que esté al final, pero dejar sólo una coma no hace más que introducir una pausa innecesaria que interrumpe el orden lógico del discurso. Digamos que dicha frase está compuesta de tres partes:

Quería decir que + cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia + empezaba a borrarse de su memoria,

y las dos últimas son intercambiables:

Quería decir que + empezaba a borrarse de su memoria + cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia.

La función de las dos comas es semejante a la de unos paréntesis que aislaran (si bien mucho más levemente que éstos) la subordinada del resto; indican que se ha anticipado una parte del enunciado que por lo general, sin necesidad alguna de comas, va después (DPD, «Coma», § 1.2.10). (De hecho, si se lee la frase de viva voz, se puede comprobar que en las comas se produce un cambio de entonación.) Dejar una única coma, por tanto, es algo así como utilizar sólo medio paréntesis:

Quería decir que cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia) empezaba a borrarse de su memoria.

Pero ¿a quién le importa?

3 comentarios:

  1. A mí me importa. Tiene que ver con la manera en que se interpreta también el texto. Pregunto: ¿las reglas, no limitan el sentido o las emociones que se quieren reflejar en el texto? ¿No es posible romperlas de vez en cuando para alterar la percepción de las emociones?

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  2. De hecho, lo escritores suelen romperlas. Pero aquí se da una circunstancia —que, por cierto, no he mencionado en el artículo—: las «Notas al texto» hablan, precisamente, sobre los aspectos del libro que has sido corregidos, y entiendo que, siendo la Asociación de Academias de la Lengua la que se ha encargado de ello, tal corrección se debe adecuar a las normas que ellos tienen establecidas. Ya no hablo de corrección de estilo, sino de la ortográfica y la gramatical.

    Todas las cuestiones que planteo en el artículo creo que, de haber sido debidamente corregidas, habrían redundado en la mejor intelección del texto. No obstante, la contravención de esa que dice que no debe ponerse coma después de la conjunción 'que' si ésta tiene valor consecutivo y va precedida, inmediatamente o no, de 'tan(to)' o 'tal' acaso obedezca a lo que dices, a que el autor considera que añadirla contribuye a una mayor expresividad. A mí, en cambio, que estoy acostumbrado a no ver dicha coma, me desorienta un poco.

    En cualquier caso, me inclino por pensar que las susodichas correcciones no se habrán realizado por expreso deseo del autor. En fin, quizá debí titular el artículo 'Desconcierto de corrector' (aunque, al mismo tiempo, tendría que haber «rebajado» un poco el tono).

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  3. Patricia Ferreyra17 de enero de 2010, 3:27

    Creo que es bueno leer con la crítica a flor de piel y compartirla como vos lo hacés. Colabora al análisis más detenido de quienes, como yo, a veces somos livianos en nuestras apreciaciones. Es importante destacar la personalidad que reflejás en los comentarios y también lo didáctico que sos. Por favor: no te ablandes.

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