Se empecina Pedro, en
La sombra del ciprés es alargada, en ser fiel a su principio de no tomar nada de la vida y evitar así verse obligado en algún momento a dejarlo. Es el dilema entre sufrir por no tener (poco, pero durante mucho tiempo) y sufrir por perder (de forma acaso atroz, pero sólo tras haber disfrutado de lo que se tenía y con posibilidad incluso de recuperar la dicha). La primera opción es de cobardes, sin duda; de muertos vivientes. Ahora bien, ¿y si no se encuentra forma alguna de tener? ¿Y si uno parece ser impermeable al mundo?
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