domingo, 21 de junio de 2009

Removido y agitado (VIII)

En línea con lo dictaminado por el forense, la policía consignó en su informe que Miguel T. C. había muerto de infarto. Sin embargo, se resistían a considerar definitiva tal conclusión, pues les parecía muy extraño que alguien con el permiso de conducir caducado desde hacía casi tres años –según pudieron comprobar en su base de datos– y que estaba sufriendo un ataque al corazón circulara en el momento del impacto a una velocidad que, a juzgar por el estado en que había quedado el coche, no debía de bajar de 150 kilómetros por hora.

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