Ampliación del campo de batalla (Michael Houellebecq)
Corazón tan blanco (Javier Marías)
Crimen y castigo (Fiódor Dostoyevski)
Doña Berta (Leopoldo Alas, 'Clarín')
El Anticristo (Friedrich Nietzsche)
El corazón de las tinieblas (Joseph Conrad)
El crepúsculo de los ídolos (Friedrich Nietzsche)
El guardián entre el centeno (J. D. Salinger)
El hereje (Miguel Delibes)
El Señor de las Moscas (William Golding)
El silencio blanco (Jack London)
El túnel (Ernesto Sábato)
El viento de la Luna (Antonio Muñoz Molina)
España invertebrada (José Ortega y Gasset)
Factotum (Charles Bukowski)
La peste (Albert Camus)
Lady Susan (Jane Austen)
Memorias de un loco (Gustave Flaubert)
Noches blancas (Fiódor Dostoyevski)
Todos los nombres (José Saramago)
Un destripador de antaño y otros relatos (Emilia Pardo Bazán)
Una comedia ligera (Eduardo Mendoza)
Yonqui (William S. Burroughs)
viernes, 9 de octubre de 2009
Soledad
Se tapa durante unos segundos los ojos, mientras se seca la cara, y ve entonces todo su mundo. Recorre lugares antes recorridos, pero parecen extrañados sus suelos de sus pisadas; se encuentra con personas con quienes ya se encontró, pero de su cara parecen extrañarse sus consciencias: es un extranjero, aunque nunca haya emigrado desde que nació. A una mosca le ha perdonado su inquietud y sus indecorosos modos, pues ha sido ella todo con lo cual ha sentido cierta complicidad.
Acaso el problema radique en que no entiende nada. ¡Perdón!, pues me equivoco: entiende al menos –o cree entender– aquello que no sabe sino sonar; y a quienes no existen.
Qué kafkiano, ¿no?
ResponderEliminarAunque algo sinuoso, es bastante literal. Conque no, creo que no.
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