viernes, 31 de julio de 2009

Dilema

Escribiendo pierdo un tiempo precioso que debería estar utilizando para leer; escribiendo pongo en evidencia mi mediocridad...

A estas reflexiones me está empujando la lectura de El lobo estepario, de Hermann Hesse. Ahora entiendo la idea tan manida de que leer es bueno: puede evitar mucho sufrimiento a la humanidad (aunque en mi caso quizá no lo consiga: no leo tanto).

2 comentarios:

  1. Uhmmmm... Yo empecé a leer esa de Hesse, tan lobuna, tan despiadada, tan amada por muchos... Me encantó, hasta llegar al Tratac, que se me hizo algo coñazo y la dejé. Tal vez peco de herejía pero todos lo hacemos constantemente, así que ya poco me importa. Es posible que algún día me relanze al viaje. Tu reflexión es buena pero demasiado modesta: así nunca se consigue nada. Lo cual es bueno y malo al mismo tiempo. Uno al final rompe ese muro y se lanza de cabeza a crear, si es que tiene alma de creador. Es lo único que nos salva.

    Sonrisas.

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  2. Me está pasando algo parecido, me estaba encantando hasta que he llegado a ese punto. Dicho Tratac (como tú lo llamas; en mi ejemplar, de Alianza Editorial del año catapún, unas veces lo llaman «Tractat», otras «Tractac»: supongo que gana éste último por mayoría) se mete mucho en filosofeo. No me desagrada, pero estaba más a gusto con lo que llevaba leído hasta ese momento: la descripción inicial de la persona —el lobo estepario (¿alguna relación con Álvaro Naira?)— que el autor dice haber conocido, para luego exponer las notas que el autor dice haber recibido de dicha persona... No obstante, veo que tras el Tratac/Tractat/Tractac prosiguen las notas, de modo que no pierdo la esperanza.

    En cuanto al muro, ya ves (entre paréntesis) que lo he levantado bien provisto de grietas.

    Saludos.

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