lunes, 16 de marzo de 2009

Nada

Parece de plomo, el aire; la luz, de ceniza; y el tiempo, de hielo. Mi carne, como el aire, me oprime la mente, la aplasta y la asfixia. Me retrepo en la silla, que sólo con los huesos cuento. Lucho por seguir escribiendo contra la hipnosis a que me somete el cursor, parpadeante… Contra el peso de las manos para que no sea un batiburrillo de letras la sola estela de mi paso.

Hay tarea, pero no ganas de cumplir con ella; y alguna historia más enjundiosa que este fárrago barato ha tomado forma, en su origen modesta como suele, una idea vaga, una sombra, pero la revisten ya título, inicio, nudo –henchido, copioso…– y desenlace. Ha germinado con vigor desde la semilla y le serán proporcionados luz, tierra y tiesto; del agua se encargarán otros. En su día.

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