viernes, 18 de junio de 2010

A José Saramago (a la nada)


José Saramago en playa Quemada,
entre Yaiza y Tías, en Lanzarote (Canarias)

Cuando me muera entraré en la nada y me disolveré en ella;
confío en que no haya ninguna sorpresa más.

José Saramago

Tal vez replicaría él, si oír o leer pudiera a cuantos proferirán o escribirán las palabras «Descanse en paz», que sólo a su viejo cuerpo atañen éstas; su espíritu, su alma, la electricidad que lo impulsaba, o comoquiera llamar cada uno a eso que de todos más nos diferencia, ni descansará ni de descansar dejará, porque su inteligencia, su agudeza, su imaginación, su lucidez, su pasión, su brillantez, su sensibilidad, su excelso excelso talento hoy y para siempre en él, y en nada que él no dejara grabado o escrito, han dejado de existir.

Mas aseguro, a quien le importe un carajo esto –porque, como digo, él ni descansa ni padece ni disfruta y todo le es indiferente ya–, que seguirán existiendo en mí.

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Foto de Pedro Walter, en El País.

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