
Escuchar la música que más me gusta es como escuchar una irresistible conversación. Escucharla me conforta como conforta a un bebé la voz de su madre, apenas un sordo rumor allá en el interior del vientre.
Provee esa música de energía a unos pulmones que quizá sin ella se detendrían para siempre; proporciona fuerza, asimismo, a un corazón que debe resistir la presión que en ocasiones, cerrándose sobre él, parece ejercer una enorme mano invisible.
Sí, porque en realidad nace de dentro, no de fuera. La música viene de fuera, claro, y atraviesa nuestros oídos hasta el cerebro. Eso sí, pero eso no es la música. Eso es ruido. La música se forma cuando ésta entra en contacto con nuestra alma, o sea, cuando nos toca ese botoncito ahí dentro y entonces pasamos de oírla a escucharla.
ResponderEliminarBonita canción.
: )
Cuando al final no sabría uno decir dónde empieza la música y dónde quien la escucha...
ResponderEliminarSí, bonita canción, y recomendable el disco (Relax) que la contiene.
Saludos, hombre.